jueves, 29 de mayo de 2008

TENSIONES EJEMPLIFICADAS (Basado en: " La Educación Encierra un Tesoro")

El siglo XXI presenta una serie de tensiones que se encuentran latentes en el diario vivir del ser humano.
Así, la educación ha quedado atrapada en las tensiones de la transición a la globalización, tales como las siguientes: la tensión entre lo mundial y lo local; la tensión entre lo universal y lo singular; la tensión entre la tradición y la modernidad; la tensión entre el largo plazo y el corto plazo; la tensión entre el aumento acelerado de conocimientos y la capacidad de asimilación de los seres humanos; y la tensión entre la competencia y la igualdad de oportunidades.

Tensión entre lo mundial y lo local: convertirse poco a poco en ciudadano del mundo sin perder sus raíces y participando activamente en la vida de la nación y las comunidades de base. Esta idea nos invita a reflexionar sobre la importancia que tiene la educación como guía de los seres humanos, para que poco a poco, se conviertan en ciudadanos del mundo, de tal manera que se inserten en él sin perder sus raíces y sin dejar de participar activamente en la vida de la nación y de su comunidad local de base.
Un ejemplo de esto es sin duda, el aprendizaje de varias lenguas extranjeras en los establecimientos escolares, como también de nuestros idiomas autóctonos. Es inverosímil tratar de tener una mirada al mundo sin saber “quienes son los otros?”.

Tensión entre lo universal y lo singular: Actualmente, la mundialización de los avances y progresos de la inteligencia humana se realiza progresi­vamente pero de manera parcial. Igualmente, asistimos a una homogeni­zación de los patrones de consumo, que ponen en peligro la rica diversi­dad del mundo, en todas las órdenes. Esta tensión entre lo universal y lo singular es un reto donde la educación juega un papel clave.
Un ejemplo de ello es, como nuestros estudiantes se homogenizan en torno a culturas masivas de toda índole. Existe un solo consumo que se apodera de todos los otros pequeños.

La tensión entre tradición y modernidad. Una tarea urgente para el siglo XXI es la de adoptar los cambios que la era informática-tecnológica-científica nos aporta, enriqueciéndolos y articulándolos con la tradición. Esto supone formar seres humanos capaces de asumir la novedad sin negarse a sí mismos, edificando autonomía en dialéctica, con la libertad y el desarrollo de los demás.
Esta tensión se ejemplifica en casi gran parte de los establecimientos educacionales en Chile, ya que muchos de los docentes siguen enseñando con metodologías tradicionales y se niegan a utilizar nuevas tecnologías y se oponen al cambio: porque innovar si todo ha marchado bien hasta ahora?

La tensión entre el largo plazo y el corto plazo. Tensión eterna pero ali­mentada actualmente por un predominio de lo efímero y de la instanta­neidad, en un contexto en el que la avalancha de informaciones y emo­ciones fugaces conduce, incesantemente, a centrar esfuerzos en la solu­ción de los problemas inmediatos, dejando de lado la planeación, a lar­go plazo, que requiere la solución de los problemas. Lo anterior implica afirmar los clásicos fines de la educación en su dimensión forma­tiva, donde el desarrollo del espíritu crítico, de la capacidad creativa y de la capacidad de discernimiento, son ejes fundamentales.
La reforma educacional es un gran ejemplo de esta tensión. Se nos impuso un nuevo orden, sin tomar el tiempo de reflexionar un poco en el. Se entregan nuevos recursos tecnológicos, nuevas infraestructuras, nuevos materiales didácticos pidiendo a cambio, un resultado notable a la brevedad.
La tensión entre la indispensable competencia y la preocupación por la igualdad de oportunidades. Hoy, la presión de la competencia hace olvidar a muchos dirigentes la misión de brindar a cada ser humano los medios para que potencie, de forma integral, todas sus posibilidades. Es urgente una educación que concilie: la competencia que estimula, la cooperación que fortalece y la solidaridad que une.
Un ejemplo claro y reciente de esta tensión, es el SIMCE ya que evalúa principalmente el aprendizaje del contenido de las materias escolares, dejando de lado algunos ámbitos curriculares fundamentales en la formación de nuestros niños y jóvenes como son: educación en el ámbito socio-afectivo, educación valórica de actitudes y ciudadanía, entre otras. Se crea un ambiente de competencia entre los colegios, profesores y alumnos, teniendo efectos negativos tales como: aumento de la presión sobre los docentes con consecuencias negativas sobre la salud mentad de los mismos, disminución de la capacidad creativa de las escuelas y docentes, etc

La tensión entre el extraordinario desarrollo de los conocimientos y las capacidades de asimilación del ser humano. Es necesario preservar los elementos esenciales de una educación básica que enseñe a vivir mejor mediante el conocimiento, la experimentación y la formación de una cultura personal sólida, que dé criterios para poder discernir y poder optar, en medio de la gran cantidad de informaciones y de saberes que crecen y circulan a una velocidad vertiginosa.
La educación chilena, por ejemplo, ha dedicado gran parte de sus años al entregar conocimientos y a evaluarlos, sin tomar atención en la formación del Ser-Humano, sin saber entregar las herramientas para que esas personas desarrollen una capacidad resiliente frente a la vida.

La tensión entre lo espiritual y lo material. El ser humano, por natura­leza, tiene sed de ideal, de sentido y de valores. ¡Qué noble tarea la de la educación: suscitar en cada persona, según sus tradiciones y sus convicciones, y con pleno respeto del pluralismo, esta elevación del pen­samiento y del espíritu hacia la búsqueda del bien mayor, trascendiéndose a sí mismo!
Cuando existen instancias de cooperación solidaria, nuestros alumnos son los primeros a apoyar estas iniciativas, se involucran con un real entusiasmo, porque creen en lo que están realizando, en esos momentos ven realmente al Profesor como guía, porque está junto a ellos y no al frente como muchas veces se observa.

La educación tiene el compromiso de contribuir a resolver las tensiones sociales generadas por los cambios tecnológicos, económicos y culturales ocurridos en las últimas décadas.
Además debe enfrentar nuevos cambios como: cierre de colegios, competencia entre colegios, cambios de organización social, actualización de los contenidos de la enseñanza, ingresos de alumnos donde sus padres no tienen el nivel de enseñanza mínima, etc.
La educación tiene la misión de permitir a todas las personas, sin excepción, hacer fructificar todos sus talentos y todas sus capacidades de creación, lo que implica que cada estudiante pueda responsabilizarse de sí mismo y realizar su proyecto personal.
Además, resulta necesario favorecer espacios en los cuales el equipo docente pueda realizar reflexiones de manera sistemática para dar soluciones a las problemáticas del lugar donde se trabaja, y cuestionar sobre todo, el proyecto educativo de la Institución. Estas nuevas situaciones sociales indican que la educación debe generar una mayor capacidad de respuesta a los problemas generales con que se enfrenta la humanidad y a las necesidades de la vida económica y cultural, y, al mismo tiempo, ser más pertinente en el contexto de los problemas específicos de una región, un país o una comunidad determinados.

1 comentario:

Violeta Rodríguez dijo...

Aunque el artículo tiene unos años de publicado me parece excelente la ejemplificación que señala y de mucha vigencia. Gracias